/ febrero 2, 2024

La calidad de vida se mejora cuando las personas perciben que tienen poder
para participar en decisiones que afectan a sus vidas. Durante mucho tiempo las
personas con discapacidad se han visto despojadas de sus capacidades para poder
tomar decisiones, habiendo asumido ese papel de decisión bien las familias, bien los
profesionales, o ambos (aun cuando generalmente se haya hecho con la mejor
intención).

El poder manejar el dinero en situaciones de la vida diaria y cercana al individuo en
cierto grado aumenta su autonomía y autodirección, de tal manera que podrá hacerse
una planificación de su vida personal funcionando de la manera más independiente
posible. Paralelo a esto se encuentra la toma de elecciones y decisiones, el poder decidir
uno mismo cuando coger un autobús, y todo lo que conlleva esta situación como pagar,
dar los buenos días o seguir las normas del transporte urbano, sin la necesidad de ir
acompañado puede ser un ejemplo que englobe esta amplia y necesaria dimensión.